Un dormitorio bien decorado, desde la posición de los muebles, hasta el color de las paredes o las cortinas, puede influir no sólo en nuestra calidad de sueño, sino en las relaciones de pareja y hasta el estrés acumulado durante el día.
Aquí te mostramos cómo lograr un espacio propicio, equilibrado y seguro que nos permita descansar placenteramente.
Antes de disponer los muebles en la habitación, asegúrate de no colocar la cama debajo de las ventanas, para evitar resfriados y corrientes húmedas. También es bien visto colocar un asiento o banco a los pies de la cama para vestirnos en las mañanas, leer, o cualquier otra actividad. Conviene no descuidar además la comodidad que nos brinda un suelo alfombrado y cálido, sobretodo en el horario de la mañana.
A su vez, la ropa de cama te brinda opciones de jugar con el diseño general del espacio, y es indispensable para lograr una buena comodidad dentro de tu cama. En este aspecto, nada iguala el algodón como material de confección.
En cuanto al ambiente que rodea tu habitación, si es ruidoso y molesto, existen alternativas muy útiles para solucionarlo, como las placas de yeso y lana para forrar las paredes o los cristales acústicos que simplifican los ruidos externos para favorecer nuestro sueño.
Si compartes la estancia con tu compañero sentimental, lo más adecuado es que adoptes estilos neutrales, que den cabida a las preferencias de ambos. En este sentido, ni siquiera las mesitas de noche necesitan ser idénticas.
Para el cabecero, puedes aprovechar y elegir materiales singulares, como la madera o el terciopelo, y brindarle un poco de originalidad y frescura a tu cama. La luz, es otro de los protagonistas claves en la decoración.
Mientras la iluminación natural debe ser favorecida por medio de cortinas transparentes, para el horario de la noche puedes concebir un foco de luz central desde el techo, o elegir lámparas de luz indirecta en las mesitas de noche para un ambiente más íntimo.
El uso de los colores en una habitación, es un aspecto que no debemos descuidar y dejar a la libre elección. Cada tonalidad posee un efecto diferente en nuestro estado de ánimo, y por consiguiente, puede afectar nuestra concentración, nuestro bienestar, y hasta el modo en que nos levantemos en las mañanas.
Razones como las anteriores, conducen a pensar en el rojo, por ejemplo, como un color que hay que utilizar moderadamente. Su intensidad y vitalidad puede atentar contra el principal propósito de nuestra habitación, el descanso. No obstante, cabría bien dejarle ver cerca de nuestra cama, para avivar la pasión de la pareja.
Por otro lado, algunas tonalidades como el naranja, o el amarillo, influyen en nuestras emociones de un modo singular, aportando energía, jovialidad y abundancia. Se recomienda para personas tímidas o que necesiten una dosis extra de moderación. No tanto así el gris, sinónimo de recogimiento, orden y suficiencia, y que puede afectar a personas con baja autoestima.
En el otro extremo, encontramos los colores suaves y refrescantes como el verde, cuya armonía y sensación de relajamiento resulta ideal para personas nerviosas o que sufren de padecimientos como el insomnio o el estrés. Similarmente, podemos acudir al rosa para lograr el equilibrio en personas ansiosas o agresivas. Si bien, el rosa no es un color que defina a ambos sexos, su uso está asociado a la sensibilidad y el amor.
En igual medida, el azul es un tono perfecto si estás buscando un ambiente imperturbable dentro de tu dormitorio. Está comprobado, que las variantes claras de este color favorecen la producción de melatonina en nuestro organismo, hormona imprescindible para lograr un buen sueño reparador.
Finalmente, el color blanco. Puro, pacífico y superior, este valor cromático representa la vida, favorece los pensamientos positivos y alejan de nosotros cualquier sentimiento de ahogo o desespero. No obstante, se recomienda combinarlo con otros colores para no lograr un efecto contrario.
Para concluir, queremos ofrecerte una serie de consideraciones muy importantes antes de que comiences la fascinante aventura de decorar tu cuarto. Recuerda siempre que el objetivo primario de todo dormitorio es facilitar el descanso.
Por lo tanto, considera reducir al mínimo la presencia de dispositivos electrónicos como televisores, portátiles o teléfonos. Tu habitación debe ser un templo para la relajación y la calma, y la presencia de estos aparatos puede atentar contra las horas de reposo (son muchas las personas que pierden la noción del tiempo frente a un ordenador). Además, las ondas emitidas contrarrestan los efectos del sueño.
Los expertos recomiendan además, evitar colocar fotos de nuestro pasado. El recuerdo que despiertan las imágenes puede condicionar nuestro estado de ánimo y favorecer pensamientos de frustración o nostalgia. Del mismo modo, procura no poseer un escritorio o mesa de trabajo en la habitación, o no podrás separar el trabajo y las responsabilidades de tu tiempo para reponer fuerzas.
Los espejos no son recomendables cerca de la cama, y si eres un amante del Feng Shui, entonces los desterraras por completo de tu habitación. Además, debes prestar atención a los objetos regados, como zapatos y ropa sucia, que atenta contra el equilibrio y la serenidad. En sentido general, considera potenciar la simetría para habitaciones de pareja, y un estilo más desbalanceado si duermes solo.